lunes, 5 de octubre de 2009

Ineficiencia por todos lados: los cotos de pesca

Un amigo me cuenta los detalles básicos de una jornada de pesca. Lo primero que necesitas es el derecho a pescar en un trozo de río. Ese derecho cuesta unos seis euros diarios y se comparte con un determinado número de pescadores.


El problema económico empieza con una declaración maximalista del gobierno diciendo que los ríos son de todos. Una vez que los ríos son de todos podríamos pensar que todos podemos pescar en ellos. Sin embargo, esa manera de hacer las cosas acabaría seguramente con los peces y, con alguna probabilidad, con los pescadores a tiros entre ellos. Por tanto, se raciona la posibilidad de pescar con un permiso limitado a un determinado trozo de río por el que se cobran los antes mencionados seis euros.




En este momento ya han saltado las alarmas para el economista avezado. Parece que hay un recurso escaso (los peces y el espacio para pescar) que es necesario racionar. En principio, podríamos pensar que se proporciona a aquellas personas dispuestas a pagar seis euros o más (sólo pagan seis) y se les niega a aquellos que no están dispuestos a pagar seis euros. Visto de otro modo, los que están dispuestos a pagar seis o más euros disfrutan del río y la pesca y los demás disfrutan de los seis euros. Como es costumbre esos seis euros irán dedicados en primer lugar a proteger el medioambiente de los ataques capitalistas y lo que sobre para ayudar a los pobres (o viceversa).




Pero no es cierto. Hay más gente dispuesta a pescar por seis euros que cotos (zonas de pesca) disponibles. Por tanto, los seis euros no sirven de instrumento de racionamiento y tienen que recurrir, como no, a un sorteo. Los sorteos están por todas partes en este país. Pueden servir para celebrar la navidad, para conseguir una vivienda subvencionada, una plaza en la enseñanza obligatoria o musical, para una plaza de funcionario, etc.




En este momento ya ha saltado la primera ineficiencia. Es decir, la primera posibilidad de hacer más con lo mismo. Se podría subir el precio del coto hasta que el número de personas dispuestas a pescar coincidiese con el número de cotos disponibles. Esa sería una medida de cariz inminentemente social. Se cobraría un poco más a los ricos pescadores para mejorar el medio ambiente fluvial y lo que sobre se podría usar para ayudar a los pobres. Sin embargo, todos los gobiernos que ha habido y que habrá apostarán por los pescadores en vez de por la financiación medioambiental y las ayudas sociales. La razón es que los pescadores son pocos y con un interés claro mientras que los contribuyentes son muchos y con un interés difuso. Al fin y al cabo siempre se les puede cobrar esa misma cantidad al común de los mortales a través del IVA sin que apenas se enteren.




La afirmación de que los pescadores son más ricos por término medio que el resto de los contribuyentes se basa en una serie de indicios. En primer lugar, tienen tiempo libre para acudir a pescar, un vehículo adecuado, dinero para viajar, para comer y hasta pernoctar fuera de casa y, sobre todo, para un costoso equipamiento. Todos estos indicios les ponen por encima de las personas que necesitan ayuda y parecen candidatos a financiar los programas medioambientales y sociales del gobierno.




Existe todavía una segunda ineficiencia. Es decir, una segunda posibilidad de hacer más con lo mismo.
Imagínate esta situación. El sorteo te ha dado un magnífico coto mientras a un vecino que se acaba de prejubilar del BBVA le ha tocado un coto peor. Lo comentáis y el vecino te ofrece 100 euros por tu coto mientras tú te quedas con el suyo. Yo no veo nada malo en este intercambio. El problema es que esos cien euros no deberían haber acabado en tu bolsillo por un sorteo sino en las arcas del gobierno. ¿Qué sistema podría haber conducido a ese resultado? Una subasta de los cotos. Cada persona pujaría por el coto hasta que dejase clara cuál es su preferido y cuál es su voluntad de pago por él. Los pescadores mejorarían su bienestar porque tienen la posibilidad de elegir y el gobierno se embolsaría una cantidad mayor de dinero para sus fines.  

5 comentarios:

  1. Raul Garcia Rivera5 de octubre de 2009, 13:32

    Y la equidad donde quedaría??? Si fueramos a un sistema de subasta los ricos siempre tendrían una mayor posibilidad de quedarse con los mejores cotos(mayor renta), y la unica opción que tendrían los menos afortunados sería unirse para juntar capital y optar por esos mejores cotos, con los problemas que conlleva ponerse todo el mundo de acuerdo.
    Luego tendriamos un problema de que postura tomaria el sector publico en funcion del partido politico que gobernase.

    Esta claro que unos buscarían la eficiencia y otros la equidad. No lo crees asi???

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  2. Yo creo que la equidad debe ejercitarse sobretodo en la distribución de la renta. Acepto, sin entenderlo completamente, que parte de la equidad tenga que ser en educación y sobre todo en sanidad. Seguro que se puede argumentar.
    Pero me cuesta pensar en los cotos como un problema de equidad. Por un parte si empezamos a proporcionar los bienes equitativamente ¿Cuál es el límite? ¿El sexo?
    Por otra me parece poco convincente el tema de los pescadores pobres. Se compran el equipo, se toman días libres, se compran el coche, le ponen gasolina, se echan a la carretera, comen fuera de casa, duermen fuera de casa y justo cuando llegan al tema del coto empiezan a quejarse de que son pobres. Se me parece al tema de los peajes.

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  3. Hola, debo esta vez discrepar con alguna parte de la entrada de Carlos y apoyar a Raúl. Efectivamente, el sistema de precios de los cotos no puede entrar en subastas. No entiendo ineficiencia cobrar precios políticos a alguna actividad claramente deportiva y no comercial. Los precios deberían cubrir costes de vigilancia, repoblación, mejora de riberas, administración, ect... Desconozco, pero sería un buen punto de partida, los costes en los que incurre la administración para poder ofertar el acceso a la pesca en cotos (en libre apenas se coge nada )y si esos precios son sombra o es una tasa al albur. Cuidar los ríos y evitar la depredación es hacer (por los pescadores y la administración)por el medio ambiente, no considero equiparable los perjuicios que ocasiona un pescador a los costes medioambientales que producen empresas contaminantes, vehículos o los propios domingueros, bastantes no-pescadores, que ensucian el campo. Por ejemplo,como actividades cinégericas, seguro que la caza con el vertido de plomo genera más daños al medio ambiente. En fin creo que no se puede aplicar criterios economicistas a una actividad como la pesca, para que no solo pesque el que pueda (pagar).Despues´las capturas no son libres porque hay un cupo cuando no es sin muerte. La pesca es un parte del acerbo de nuestra cultura leonesa que no debemos perder, ni pasar al mercado puro y duro.
    Un saludo.

    Alfonso

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  4. Alfonso:
    No has negado las dos ineficiencias que yo describí. Por tanto, simplemente has expresado con claridad tus preferencias por la ineficiencia en ese sector. Ahora sólo te queda ponerlas en relación a la restricción presupuestaria.
    Has aceptado que en ese sector se pueden usar recursos ineficientemente. Supongo que cada persona tiene un conjunto de sectores para los que quiere una solución similar. Yo me pido que la universidad tenga más recursos y que nunca nadie pregunte sobre su efectividad. El transporte, el deporte, la TV. Todos son especiales.
    ¿Qué pasa cuando una parte importante del país se rija por el criterio de permitir ineficiencias en muchos sectores?
    Si es una parte sustancial de la economía, tienes un país como España. Si es la totalidad tienes un país como Corea del Norte.

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  5. Hola, perdona la tardanza.
    No es que piense que se deben aceptar las ineficiencias por ser una actividad (para algunos entrañable)que considere especial. Me refería a que creo que poseemos pocos datos para suponer que la actividad es ineficiente per se y ello porque pueda haber personas dispuestas a pagar MÄS por utilizarla.

    Como no parto de esa base, comparto la equidad que menciona Luis, para el reparto de las utilidades que obtienen los usuarios y no dificultar el acceso general a través de precios de subasta.

    Mi opinión es que el gobierno gestiona un bien público y se debe preocupar:
    De que el coste sea sufragado por los usuarios, +
    Posibles beneficios que se reporten al Medio ambiente, al entorno.
    Posibilidad de acceso en equidad.

    Precisamente un país como éste, entiendo, tiene que distribuir el ocio vinculado a valores tradicionales.

    De la eficiencia de la (ésta)Universidad, igual tú conoces mejor cúal es el origen del actual déficit galopante que la ahoga.

    Por otro lado, creo que este país está sembrado de ineficiencias, la diferencia es que en el sector privado las paga alguien de su bolsillo (salvo los famosos rescates, Banca, Renaul), en el público pagamos todos.

    Un saludo.

    Alfonso

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