jueves, 21 de abril de 2011

Zapatero a tus zapatos



Especialización
Un año más tarde Epi me propuso  que fuese uno de los presentadores de la segunda parte de León sin Prisa en el salón Ámbito Cultural de El Corte Inglés en León. Fuimos los mismos presentadores del año anterior y usamos de nuevo el alfabético como orden de intervención. Por tanto, me tocó hablar en segundo lugar tras Juan Miguel Alonso.

Los tres presentadores (*) hemos acordado que el año que viene cuando Epi presente la “precuela” del libro invertiremos el orden de intervención. De este modo, Juan Pajares tendrá la “ventaja” de intervenir en primer lugar.

La invitación al acto me atribuye de nuevo la condición de escritor como segundo oficio. Una afirmación que se sostiene con dificultad hasta que un verdadero escritor comienza una intervención en la que es evidente su dominio del lenguaje y de la técnica literaria.

Hace un cuarto de siglo, en esta circunstancia, yo habría cometido errores de diferente naturaleza. En primer lugar, me habría negado a hablar en la presentación alegando que no podía hacer nada valioso. En segundo lugar, presionado por las circunstancias, podría haber intentado  emular a Juanmi con las consecuencias que todo el mundo se imagina. Sin embargo, en algún momento del último cuarto de siglo he comprendido el papel que la especialización juega en nuestras vidas. Es una de las claves de la productividad y ésta la fuerza esencial en nuestra lucha contra la escasez. Esta idea de la especialización está en el saber popular y se recoge en dichos como: “zapatero a tus zapatos”.

Aplicar el principio de especialización a la presentación de libro consistió en identificar una estrategia que yo pudiese ejecutar con un mínimo de solvencia y que fuese diferente al tiempo que complementaria con los comentarios de Juan Miguel y Juan Carlos.

Dos activos que siempre puedo usar son la lectura, que acompaña mis días desde hace más de cuatro décadas, y el análisis económico que apareció en mi vida hace más de un cuarto de siglo sustituyendo o complementando otras fuentes que alimentan mi curiosidad.

En mi papel de lector coincidí en muchos puntos con el análisis que hizo Juanmi en su comentario y tuve que pedir disculpas por las repeticiones. El libro es ameno, está bien escrito, es didáctico, es agudo y está bien documentado. Además, me copié a mi mismo hace un año afirmando que el libro puede ser usado como referencia, guía de viaje y espero que, en el futuro, sea una crónica de este principio de siglo. Este comentario forzó a Epi a hacer una distinción en su intervención entre una guía y un libro de viajes.

Para mí sorpresa, Juanmi mencionó en su discurso alguna de las preocupaciones económicas que subyacen en el libro. Por un momento, pensé que me iba a quedar sin nada que decir pero el principio de especialización es tenaz y pude hacer algo diferente.

Aglomeración
El tema económico que elegí para comentar en la presentación de León sin prisa II fue el del despoblamiento rural. Creo que se trata de uno de los temas más repetidos a lo largo de los dos tomos. Epi y Fran llegan a un pueblo donde hay poca gente, muchas personas mayores y ningún niño. Generalmente, entablan conversación con un lugareño que les habla de un pasado mucho más brillante mientras se duele por la pérdida. Pero ¿Qué pérdida? Afortunadamente, al pueblo no se lo llevó una riada ni hubo un terremoto en el que las casas se derrumbaron encima de sus moradores. Al contrario, los habitantes pacífica y voluntariamente, buscando una vida mejor han ido abandonando el lugar.  

Desde el punto de vista económico, uno puede quedarse con un análisis engañosamente convincente de la población y la despoblación. La actividad económica hace crecer la población cerca de los lugares donde se puede llevar a cabo. Por tanto, los pueblos estarían cerca de los recursos que permiten la actividad agraria, ganadera, minera, industrial o de servicios. La población de éstos crecería cuando crecen esas actividades y decrecería cuando decrecen. Este tipo de perogrullada que pasa por análisis económico es, en parte, responsable del mal nombre de la economía como actividad intelectual apasionante y relevante. Afortunadamente, las cosas son mucho más interesantes.  

No sería justo atribuir a Ed Glaeser la autoría de las ideas que expongo a continuación. Pero sí es justo atribuirle el juego de palabras, el recurso literario, que aclara por qué el análisis anterior es de una simplicidad exagerada. Ed Glaeser miró a la ciudad de Detroit y vio lo que todo el  mundo puede ver: una ciudad que creció rápido con la industria automovilística y que decrece cuando ésta sufre una gran crisis. Pero también fue capaz de ver lo que no es tan evidente y lo plasmó en el título de un artículo de investigación. Para evitar una respuesta trivial no tituló el artículo ¿Por qué se reduce la población en Detroit? sino ¿Por qué demonios queda alguien viviendo en Detroit? Es decir, si el nacimiento de una actividad explica el nacimiento de una urbe su desaparición debería conducir a su declive irremediable. Pero casi nunca funciona de esa forma tan simple.

La actividad económica original atrae población pero la población atrae infraestructuras, instituciones y costumbres que son útiles para poder vivir allí con cierta independencia de la actividad económica dominante. Esta infraestructura, a veces física y a veces inmaterial, que se crea con la población es valiosa y se pierde si la despoblación es muy fuerte. Yo creo que todo el mundo lo entiende y esa es una de las fuentes de nuestro dolor cuando vemos un pueblo que languidece o desaparece.

Esta infraestructura física e inmaterial también parece ser la causa de que ante circunstancias parecidas unas poblaciones tengan un declive mucho mayor que otras. Al final de libro, Epi y Fran reflexionan sobre dos pueblos cercanos y similares cuyas fortunas parecen divergentes. Uno decae claramente mientras el otro se mantiene o crece. Parece que esa infraestructura creada por y para la vida en comunidad permite a algunos pueblos seguir adelante haciendo algo distinto de lo que fue la actividad económica ligada a su fundación y crecimiento original. Entender y promocionar esta infraestructura social parece ser la clave para una política de población.

(*) No pertenecemos al reducido círculo intelectual que presenta libros o da conferencias en la ciudad y áreas limítrofes. Sin embargo, las buenas críticas recibidas tras las dos últimas presentaciones nos animan a ofrecernos como grupo de animación en cualquier acto social para el que se nos requiera. Estamos pensando en bautizos, comuniones, bodas, entierros, separaciones, jubilaciones, congresos, etc. Es previsible que los actos culturales de tipo institucional se vean gravemente afectados por la crisis de las Cajas de Ahorro por lo que nosotros hemos decidido apostar por la cultura popular.