martes, 2 de agosto de 2011

¿Es sólo papel?

La noticia del día es que el país está a punto de ser intervenido porque la diferencia del tipo de interés de la deuda española con respecto a la alemana ha sobrepasado en algún momento de la mañana los 400 puntos básicos. 

He de reconocer que hasta hace bien poco no había prestado atención al concepto de punto básico. Cuando lo escuché supuse que era una manera sofisticada de referirse a los tipos de interés con dos decimales. Por ejemplo, si voy al banco y me considera un mal cliente me cobra un 1% más que a un buen cliente. A eso se le denomina un diferencial de 100 puntos básicos. La diferencia entre un suplemento de 99 puntos básicos (0.99%) o 101 (1,01%) no es muy importante si el préstamo es de 10.000 euros. Estamos hablando de una diferencia de un euro al año. Pero si el préstamo es de 10.000 millones de euros estamos hablando de un millón de euros cada año. Por tanto, para cantidades grandes merece la pena hablar de puntos básicos en vez de tantos por ciento. Ahí se acaba el misterio. 

En estos tiempos el diferencial de intereses oscila a lo largo de la semana desde algo más de doscientos puntos hasta cuatrocientos. La pregunta esencial es: ¿Tanto cambia nuestra capacidad de pagar en dos días? Yo creo que la respuesta es negativa. Sin embargo, dejo a los expertos en finanzas que expliquen por qué cambia en unos minutos la capacidad de pago a diez años vista de la décima economía mundial.

A mí me recuerda una anécdota muy educativa. Hacia 1987 yo ya intentaba, en vano, entender la prensa económica. Mi capacidad de comprensión sigue siendo muy limitada a día de hoy. La diferencia es que ahora estoy seguro de que el problema se debe, además de a mi ignorancia, al bárbaro uso del idioma, la superficialidad y la ampulosidad. Por tanto, no me extraña que recuerde una noticia que creí entender. Unos periodistas ingleses habían visitado al, por entonces, hombre más rico del mundo. La decepción había sido mayúscula porque se encontraron a un hombre con boina que conducía una camioneta llena de perros. Es decir, que su sofisticación era menor de la esperada para alguien cuya fortuna había superado recientemente a la de la reina de Inglaterra.

Unos años más tarde tuve la fortuna de ser testigo del imparable ascenso de Walmart, la empresa de aquel hombre rico. Picado por la curiosidad seguí un poco la trayectoria de Sam Walton en los medios de comunicación. Por último, adquirí una biografía autorizada y una no autorizada. En la autorizada cuenta su versión del encuentro con los periodistas ingleses. En primer lugar, volvía de cazar con sus perros y no le parecía oportuno transportarlos en una limusina. En segundo lugar, cuando le comunicaron que era más rico que la reina de Inglaterra él les preguntó cómo habían llegado a esa conclusión. Le dijeron que habían multiplicado el número de acciones de Walmart en poder de su familia por su precio en la bolsa de Nueva York. Siendo consciente de que la bolsa estaba muy sobrevalorada, Sam les comentó que estaba muy satisfecho con su situación económica personal y con su trabajo en una empresa que daba servicios y trabajo a muchas personas pero que él no disponía de la fortuna que citaban. Añadió que: “eso es sólo papel”.

Pocos días después la bolsa de Nueva York sufrió una espantosa caída que estuvo a punto de destruir el sistema financiero e iniciar una grave recesión. Haciendo el mismo cálculo, Sam Walton no sólo había dejado de ser el hombre más rico del mundo sino que se podía decir que sus pérdidas eran millonarias o que se había arruinado. Los periodistas emprendieron viaje hacia Arkansas para conocer las impresiones del millonario arruinado. Allí encontraron a Sam en el mismo camino rural conduciendo la camioneta cargada de perros y tocado con la misma boina. Cuando le preguntaron por sus sensaciones tras haberse arruinado les contestó que se lo había dicho y no le habían hecho caso: sólo era papel. Aquella misma mañana había podido comprobar que Walmart seguía con sus operaciones normales dando servicios y empleo a mucha gente. De hecho, nada había cambiado.

En días como hoy yo me pregunto si Sam tenía razón y no le dedicamos demasiado tiempo a los “spreads” y demasiado poco a multitud de cuestiones que pueden y deben ser cambiadas. En aquella época, Samuelson y Solow comentaron que no dejaba de ser triste que sus mejores alumnos acabasen siempre preocupados por los “spreads” mientras hay multitud de temas interesantes que reciben menos atención: las pensiones, la sanidad, la administración pública, la investigación o el medio ambiente por citar sólo unos pocos.

2 comentarios:

  1. Buena entrada Carlos, me encanta, y ahora, unos cursos después , la entiendo bien. Sam parece que confiaba mucho más en la economía real que en la otra, la financiero-especulativa, que es la que nos está llevando de cabeza. Un saludo y buen verano.
    Alfonso

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  2. Te pasas un pelillo,Carlos¡¡¡,y tu lo sabes bién.
    Claro que en dos días no cambia la capacidad de pago de un país,pero si observas la inoperancia de las autoridades políticas europeas no es de extrañar que estas actitudes generen temor.

    Estamos en una union monetaria, y poco mas,y,las instituciones europeas y sus dirigentes políticos no han sabido estar a la altura de las circunstancias.
    Siendo asi,no resulta,al menos probable(otra cosa es pensar cuanto de probable puede llegar a ser),pensar en que este tinglado reviente por los aires.
    Y no es lo mismo pagar en Euros,que en Pesetas.
    El Mayo del año pasado,creo recordar,se decidio desde Europa ayudar a los paises con problemas a la hora de financiar su deuda.Las bolsas aplaudieron la medida con una de las mayores subidas que se recuerdan.
    No es mi indicador favorito,pero creo que pone de relieve en realidad que es lo que se esta valorando.
    Si ibamos de farol, o si se pretende algo mas serio que una union monetaria.

    Me ha encantado la historia.Siento simpatía por la gente que lleva boina,y que no olvida la cabeza cuando la lleva!!!!

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